jueves, 14 de diciembre de 2023

SEGUNDA LECTURA

 Consérvense irreprochables en todo su ser, hasta la Venida del Señor.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica   5, 16-24

Hermanos: 

Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas.

Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará.

EVANGELIO

 En medio de ustedes hay alguien a quien no conocen.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   1, 6-8. 19-28

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

Él no era la luz, sino el testigo de la luz.

Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle:

¿Quién eres tú?

Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente:

Yo no soy el Mesías.

¿Quién eres, entonces?, le preguntaron: ¿Eres Elías? Juan dijo: No.

¿Eres el Profeta? Tampoco, respondió. Ellos insistieron:

¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?

Y él les dijo:

Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle:

¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?

Juan respondió:

Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.

Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Inicio de vacaciones


 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

PRIMERA LECTURA


Desbordo de alegría en el Señor.

Lectura del libro de Isaías   61, 1-2a. 10-11

El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.

Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor.

Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios.

Porque Él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas.

Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.

lunes, 2 de octubre de 2023

jueves, 14 de septiembre de 2023

Día de oración por Chile en nuestro colegio

 El día de ayer, nuestra comunidad educativa y pastoral, participó de la Oración por Chile, en la que asistentes de la educación, docentes, equipo de gestión y comunidad religiosa, se congregó en la Capilla del colegio para elevar nuestra oración por nuestra bella y amada Patria.





martes, 21 de marzo de 2023

Evangelio domingo 26 de Marzo

 

Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, el que tú amas, está enfermo”.

Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que éste se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”.

Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?”

Jesús les respondió:

“¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él”.

Después agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero Yo voy a despertarlo”.

Sus discípulos le dijeron: “Señor, si duerme, se sanará”. Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.

Entonces les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo”.

Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con él”.

Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.

Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”.

Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”.

Jesús le dijo:

“Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”

Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.

Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está aquí y te llama”. Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que ésta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?”

Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”.

Y Jesús lloró.

Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!”

Pero algunos decían: “Éste que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?”

Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: “Quiten la piedra”.

Marta, la hermana del difunto, le respondió: “Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto”.

 

Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:

“Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado”.

Después de decir esto, gritó con voz fuerte: “¡Lázaro, ven afuera!”. El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario.

Jesús les dijo: “Desátenlo para que pueda caminar”.

Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él.

importante

Lecturas Domingo 28 de abril

  Primera lectura: Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9, 26-31 En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con lo...