viernes, 24 de mayo de 2024
jueves, 23 de mayo de 2024
Lecturas Domingo 26 de mayo
PRIMERA LECTURA
El Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro.
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo diciendo:
Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante.
¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ti en Egipto, ante tus mismos ojos?
Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios allá -arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro.
Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.
SEGUNDA LECTURA
Ustedes han recibido el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios “Abbá”, es decir “Padre”.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 14-17
Hermanos:
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios “¡Abbá!”, es decir, “¡Padre!”
El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con Él para ser glorificados con Él.
EVANGELIO
Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20
Después de la Resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.